Trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad (TDA/H) en adultos
El trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad (TDAH) se trata de un trastorno de neurodesarrollo que afecta las funciones ejecutivas. Se caracteriza por la dificultad para prestar atención, la impulsividad y/o la hiperactividad. Estos comportamientos pueden interferir en la capacidad de una persona para desenvolverse en casa, en la escuela o en el trabajo, y también pueden afectar las interacciones y relaciones sociales. Pero, poco se habla sobre el TDAH en adultos, el cual se encuentra subdiagnosticado.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas frecuentes del TDAH pueden incluir:
- Dificultad para prestar atención o mantener la concentración.
- Impulsividad, como actuar sin pensar o dificultad para esperar el turno.
- Hiperactividad, inquietarse o hablar en exceso.
- Dificultad para organizar tareas o completar trabajos.
- Olvido o desorganización.
- Perder cosas con frecuencia.
Sin embargo, esta descripción no muestra un panorama completo del diagnóstico. Los síntomas mencionados suelen observarse en niños, especialmente aquellos relacionados con hiperactividad. Aproximadamente el 80% de adultos con TDAH presenta internalización de la hiperactividad (pensamientos acelerados, sensación de inquietud o necesidad de estar en movimiento), que no puede observarse a simple vista, dificultando el diagnóstico.
Una correcta evaluación y diagnóstico se realiza por parte de profesionales de salud mental, como un psicólogo o psiquiatra, basándose en una evaluación exhaustiva de los síntomas, el comportamiento y el historial médico del individuo.
El TDAH afecta el desarrollo de funciones ejecutivas, no la comprensión.
Se trata de dificultades para HACER, no para SABER.
Un adulto con TDAH puede SABER perfectamente la importancia de, por ejemplo, preparar comida casera para no gastar dinero innecesario pidiendo comida por delivery. También puede SABER la importancia de comenzar a trabajar con tiempo en la entrega de un proyecto de trabajo, para no terminar haciendo todo la noche antes, sufriendo estrés innecesario y entregando un trabajo de baja calidad, o no llegando a cumplir a tiempo. O puede saber la importancia de pagar sus facturas y deudas, para no incurrir en deudas mayores, multas o cancelaciones de servicio.
Sin embargo, el problema no se trata de SABER, se trata de HACER. A pesar de comprender la importancia de una tarea, se pueden experimentar dificultades para REALIZARLA.
Aparecen dificultades para comenzar la tarea, para pasar del punto de inacción al punto de acción. Ocurren dificultades para gestionar adecuadamente el tiempo. Dificultades para secuenciar la tarea en pasos concretos realizables, y priorizarlos de manera acorde. Dificultades para autorregularse, es decir, poder realizar acciones autodirigidas para modificar el propio estado emocional y poder continuar con la tarea. Ocurren dificultades para persistir en la tarea, para volver a retomar la tarea cuando la misma se ha interrumpido, etc.
En otras palabras, aparecen dificultades EJECUTIVAS que dificultan poner en marcha conductas orientadas al objetivo deseado.
Los enfoques tradicionales fallan en brindar estrategias complementarias necesarias para lidiar con los déficits ejecutivos.
Si no se comprende funcionalmente el TDAH, y se observan únicamente los síntomas descritos, se puede intervenir de manera inefectiva.
El enfoque tradicional suele consistir en atribuir falta de motivación, comprensión, o voluntad, a la persona con TDAH, y, por lo tanto, resaltar la importancia de la tarea en cuestión. Pero, al tratarse de dificultades ejecutivas, hablar únicamente de la importancia de una tarea no brinda estrategias para poder ejecutarla.
Un extenso sermón sobre la importancia de, por ejemplo, comenzar a estudiar con tiempo, no brinda herramientas para poder estudiar cuando hace falta. Un discurso de este estilo no brinda herramientas que ejerzan influencia suficiente para poder modificar el comportamiento en el momento en donde es necesario. La persona con TDAH puede estar de acuerdo con todo lo hablado, pero esa información por sí sola no logrará que a la hora de la ejecución, los déficits ejecutivos desaparezcan y la persona pueda sencillamente comenzar a trabajar. Incluso, la persona con TDAH puede sentir angustia, irritabilidad o enfado ante escuchar críticas nuevamente. Este es un motivo común de conflictos familiares.
Si la persona con TDAH no cuenta con diagnóstico, no se suele comprender qué es lo que ocurre. Y, en cambio, aceptan interpretaciones alternativas provistas por su entorno:
- “No tengo suficiente fuerza de voluntad”
- “No soy disciplinado”
- “No me esfuerzo lo suficiente”
Ninguna explicación de este estilo brinda soluciones, ni pone énfasis en lo que realmente está ocurriendo (dificultades ejecutivas).
¿Cómo es el tratamiento del TDAH?
La primera implicación de comprender al TDAH como un trastorno de funciones ejecutivas, es que todas las intervenciones deben ocurrir en el entorno, en el lugar donde no están haciendo lo que se proponen, para ayudarlos a demostrar lo que saben.
Es necesario crear un andamiaje a su alrededor para ayudarles a actuar.
En primer lugar, el tratamiento farmacológico es el tratamiento de primera línea para adultos con TDAH, para reducir los déficits primarios propios del trastorno. El tratamiento psicológico se centra en diseñar estrategias complementarias para ayudar a poder hacer lo que uno se propone, teniendo en cuenta las características propias del TDAH.
Como explicamos en nuestra formación profesional sobre evaluación y tratamiento de TDAH adulto, el TDAH afecta la percepción del tiempo, focalizándose en el ahora, a expensas del futuro. Las personas con TDAH presentan dificultades con el delay en las consecuencias que refuerzan y mantienen las conductas, por lo que un punto central del tratamiento consiste en crear consecuencias más cercanas en el tiempo, aunque sean artificiales, para suplir el déficit de descuento temporal. Consiste en lograr que las consecuencias de las conductas puedan observarse de manera tangible, concreta, y rápida. Las técnicas de modificación de la conducta permiten hacer justamente eso: esparcir reforzadores artificiales en el entorno del individuo para modificar el comportamiento.
Esto implica también trabajar con la familia, o convivientes, porque su rol será crucial en el tratamiento: Por un lado, para facilitar crear un entorno que favorezca la ejecución de conductas. Por otro lado, para comprender qué es el TDAH, y sus implicaciones en la vida diaria, para ayudar a lograr los objetivos diarios propuestos.
Algunos puntos centrales durante el diseño de estrategias en el tratamiento son:
- Hacer física la información mental, para lidiar con déficits de memoria de trabajo.
- Volver el tiempo físico, real. Usando relojes, temporizadores, contadores, alarmas, recordatorios, etc.
- Operacionalizar conductas, convirtiendo planes abstractos en conductas simples, concretas, secuenciadas y priorizadas adecuadamente.
- Diseñar estrategias de motivación externa y complementar con técnicas de difusión.
- Estrategias de gestión de energía, y regulación emocional.
- Estrategias cognitivas relevantes a características frecuentes de vivir con TDAH, especialmente en casos de TDAH no diagnosticado hasta la adultez.
Esencialmente, es necesario comprender que se trata de un trastorno de funciones ejecutivas, para diseñar estrategias orientadas a facilitar la ejecución.
BONUS:
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Equipo PsicólogosTCC